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Exsecretario de Hacienda de México, Pedro Aspe Armella es presidente del consejo y director ejecutivo de Protego, considerada una de las firmas de consultoría financiera líderes de Latinoamérica.
Originario de la Ciudad de México, Pedro Aspe formó parte del cuerpo de asesores de la Secretaría de Hacienda, además de desempeñarse como director de estudios económicos en el ITAM por invitación de su rector Javier Beristaín Iturbide, quién encabezó la consolidación de este instituto. Ingresó al servicio público en 1973 como asistente de investigación en FONATUR.
Al concluir sus estudios doctorales, Pedro Aspe Armella se incorporó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público donde fue de 1978 a 1982 asesor económico y luego coordinador de la asesoría económica del secretario. En 1982 fue designado primer presidente del recién fundado Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), adscrito a la SPP. En 1985 fue designado subsecretario de Planeación y Control Presupuestal de la SPP, siendo después su titular entre 1987 y 1988. En la SPP fue uno de los principales artífices de los programas de ajuste que se implementaron en la segunda mitad de la administración.
El presidente Carlos Salinas de Gortari designó a Pedro Aspe Armella secretario de Hacienda para el periodo 1988-1994. Cabe notar que en enero de 1992 se reformó la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, con lo que se fusionaron las secretarías de Programación y Presupuesto y Hacienda y Crédito Público con el fin de unir el gasto público con las tareas fiscales, financieras y de crédito.
Durante su primer año al frente de la Secretaría, Pedro Aspe Armella reformó el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE), iniciado durante la administración anterior. El propósito del Pacto era combatir la inflación, defender la estabilidad de precios, permitir un incremento en el salario real y mantener un tipo de cambio ordenado. Otras reformas estructurales importantes que promovió fueron los cambios legales para la inversión externa, la reducción de los gravámenes arancelarios y la renegociación de la deuda externa por medio de un acuerdo firmado en febrero de 1990. Como resultado de la reestructuración de la deuda externa, se redujo el peso de la misma como proporción del Producto Interno Bruto del 60 al 20 por ciento.