Áreas de Experiencia: Motivación | Liderazgo
Mario Flores Urban fue sentenciado a muerte por inyección letal en EU por un crimen que no cometió. Tras estudiar las leyes, demostró su inocencia y que la vida no termina en la cárcel.
Veinte años tuvieron que pasar para que Mario Flores Urban volviera a reunirse con su familia. Casi dos décadas estuvo preso y condenado a la pena capital, en una cárcel de Illinois, en Estados Unidos, acusado de un crimen que no cometió: el asesinato de un pandillero.
A los 7 años. sus padres emigraron a Chicago, Illinois, en uno de los barrios más conflictivos de la ciudad. A los 14 años, Mario Flores fue detenido en un automóvil robado. Al salir del reclusorio, los padres decidieron enviarlo a una escuela privada, donde logró destacarse como un atleta de alto rendimiento en el deporte de clavados. Tal fue su desempeño que ya tenía ofertas de becas para ingresar a las 10 mejores universidades del país por su récord como atleta.
Con el paso del tiempo, una guerra territorial entre pandillas se desató dejando a una gran cantidad de jóvenes muertos. Por nexos con su detención en el pasado, Mario Flores fue identificado y declarado culpable de asesinato, sentenciándolo a muerte por inyección letal. Con tan sólo 19 años, fue enviado a una prisión de alta seguridad. En la cárcel no perdió el tiempo, estudio leyes, se interesó en distintas religiones y aprendió a pintar. Sus obras son conocidas en Estados Unidos, México, España y Suiza. Su caso llamó la atención a nivel internacional y debido a eso obtuvo el apoyo de la Cancillería Mexicana.
Mario Flores Urban asegura que, luego de que se puso en evidencia que la mayoría de los 167 condenados en el lugar, entre los que se encontraban 39 mexicanos, eran inocentes, el gobernador de Illinois en curso envió una moratoria que suspendió las ejecuciones, gracias a lo cual se le absolvió de la pena de muerte. Hoy sabe que la vida no termina en la cárcel.