El secreto del éxito de una organización no se encuentra sólo en su estrategia o su plan de marketing sino sobretodo en desarrollar la cultura de la misma en cada uno de sus empleados, encendiendo sus corazones para comprometerlos profundamente con la compañía.
Jack Welch, el CEO más admirado del siglo XX quien llevó a General Electric de tener un valor de mercado de $14 mil millones a $400 mil millones en lo que se considera la mayor creación de valor empresarial de la historia, lo hizo apalancándose en una fuerte cultura organizacional. Sin embargo, el ejecutivo que fue capaz de liderar con éxito indiscutido negocios tan dispares como el de motores de aviones y lamparitas asegura que su mayor fracaso profesional fue la compra de un banco de inversiones porque no consiguió comprender en profundidad la cultura del mismo para poder llevarlo al éxito.
Los dos pilares para crear valor en cualquier negocio son la estrategia y la cultura, entendiendo la cultura como la síntesis de todas las variables de liderazgo. Estrategia y cultura representan las variables duras y las variables blandas del mismo. ¿Pero cuál es la diferencia entre estrategia y cultura? Ilustramos esta diferencia con el siguiente ejemplo: Cuando Napoleón analizó los movimientos necesarios para llevar a cabo la invasión a Rusia junto a sus generales alrededor de una mesa; eso es Estrategia. Pero lograr que un millón de hombres que jamás escucharon la palabra "estrategia" marcharan hacia Moscú en pleno invierno con el corazón encendido por el patriotismo y la gloria, eso es Cultura. La cultura es, ante todo, el propulsor de una empresa. Y las emociones son un componente fundamental e inseparable de la cultura. A propósito, sabías que la palabra emoción proviene de movimiento?!
La cultura se define mejor a través del impacto que ésta tiene en una organización. Una cultura positiva es aquella que genera un amplio espectro de emociones como el sentido de propósito y de comunidad, la pasión, la esperanza, la confianza en uno mismo y en otros, la autoestima, el orgullo, el compromiso y la felicidad entre otras. Si somos capaces de experimentar estas emociones en nosotros mismos y generarlas entre nuestros empleados, podremos aprovechar al máximo el capital humano de nuestra organización.
Como líderes, tenemos el poder y la responsabilidad de inspirar estas emociones en nuestros equipos. Para ello, contamos con 5 acciones o roles clave que, dependiendo de cómo sean utilizados, pueden dar forma a la cultura de nuestra compañía. Éstas son:
1. Establecer la visión. ¿Cuál es el sueño? ¿Qué nos empuja para crear el sentido de propósito de la organización?
2. Gestionar a las personas. ¿Nos preocupamos profunda y verdaderamente por nuestro equipo? ¿Ayudamos a cada uno de los miembros de nuestro equipo a crecer personal y profesionalmente para identificar y desarrollar sus talentos?
3. Alentar la comunicación. ¿Cómo nos conectamos con nuestro equipo? ¿Compartimos ideas, emociones y acciones? Y aún más importante, sabemos escuchar?
4. Establecer de un sistema de toma de decisiones. ¿Le damos poder de decisión a nuestro equipo? ¿Delegamos responsabilidades para permitir que cada persona aprenda de sus experiencias?
5. Crear y gestionar la cultura de la organización. ¿Estamos orgullosos, comprometidos y felices en nuestro trabajo? ¿Ejercemos los cuatro roles anteriores para fortalecer así nuestra cultura como compañía?
Nuestro desafío es transformarnos en un nuevo tipo de CEO, y por CEO no me refiero a Chief Executive Officer sino a Chief Emotions Officer. Sin descuidar la estrategia y las variables duras que son fundamentales en un negocio, permitámonos inspirar emociones e inflamar los corazones de las personas en nuestros equipos para comprometerse profunda y sinceramente con la organización.
¡La cultura así entendida multiplica los resultados! La cultura involucra estados mentales y emociones, implica utilizar toda esa energía que los seres humanos poseemos. Utilicemos siempre las preguntas clave alrededor de los 5 roles de liderazgo para recordarnos a nosotros mismos cómo liberar y potenciar las emociones en nuestros equipos. Cuando una persona pone su corazón en algo, está dispuesta a hacer cualquier esfuerzo por conseguir sus objetivos. Y por lo tanto, los resultados vienen solos.
El liderazgo es un camino personal que no tiene fin, pero si comenzamos a gestionar las emociones vamos en una buena dirección. ¡Sigamos adelante!
Eduardo Braun ha viajado por el mundo entrevistando reconocidas personalidades a nivel global, desde líderes políticos como Bill Clinton y Mikhail Gorbachev a gurús de los negocios como el exCEO de Disney Michael Eisner o el productor de Hollywood George Lucas. Eduardo es experto en liderazgo y consultor internacional, se desempeñó como Director de diversas compañías tanto en el ámbito público como privado y condujo "Líderes" y "HSM Specials", shows televisivos dedicados al liderazgo y el mundo de los negocios. Es ingeniero industrial egresado de la Universidad de Buenos Aires y MBA de Wharton, Universidad de Pensilvania.
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